jueves, 29 de julio de 2010

Niños de barro

No nos ha sido dado lo que nos hacia falta, nos han cargado de cachivaches y nos han puesto a acaudalarlos a cambio de nuestros grandes tesoros. Nos han dicho que debemos retener todo aquello que amamos, eso nos han dicho: el empleo, los celos, el amor eterno.
La vida es tan intensa y tan fugaz como un trago de agua.
Amar es dejarse libres.
Respiro, no obstante, amo a la tribu en las terrazas de una ciudad feroz y los amo porque no los deseo, los necesito vivos y fuertes, pero no míos, porque soy ellos y cuando la vida nos deja cantando tenemos una misma y sola voz para todos y nuestras coreografías son espontáneas y sagradas. Vivimos mirando el precipicio y somos miles, millones de rondas en todo el planeta hoy mismo oliendo a cada instante la inminencia, deseando con toda nuestra vida que se corte la luz y las fiestas continúen con tambores y los mensajes lleguen a tiempo, ya no por la torpeza de los aparatos, sino por el filamento humano de las percepciones.
Queremos una armonía superior y deberá serlo, queremos vivir en patas y en cueros y ser propios. Queremos hacer la pregunta correcta al árbol indicado y sentir que nos sueltan, que le miedo se disipa y los relojes. Queremos crecer sin vicios y sin el karma de tanta guerra librada en la sangre que acarreamos.      

la burla